Ayer se vertieron miles de litros de aguas fecales en la ensenada de Melilla.
● El vertido proviene de la estación de bombeo del río de Oro y ha extendido su rastro en forma de agua oscura y maloliente por todas las playas de la ciudad.
● En 2017 nos gastamos dos millones de euros en una tubería para llevar las aguas fecales desde la estación de bombeo a la depuradora.
● ¿Quién responde de la eficiencia del gasto de ése dinero público?
● ¿Se va a plantear alguna vez una solución a estos vertidos?
Ayer se vertieron miles de litros de aguas fecales en la ensenada de Melilla, un vertido que se repite cada vez que llueve y que nadie parece capaz de solucionarlo a pesar de sus graves consecuencias. Hemos de recordar que el anterior vertido, el que tuvo lugar en febrero de este mismo año, fue denunciado por Guelaya a la Dirección General de Costas y aún está sin respuesta. El vertido de ayer es especialmente grave porque inunda y contamina la totalidad de la zona de baño de las tres playas más importantes de Melilla. Además el vertido de fecales ha extendido su rastro por la arena de todas las playas en forma de lagunas de agua oscura y maloliente que dejan una capa negra en la arena conforme se van secando. En 2017 Melilla pagó 2 millones de euros a la empresa Ferrovial para mejorar la tubería que une la estación de bombeo del río de Oro con la depuradora. Buena parte de este dinero provenía de fondos Feder. Los responsables de aquella obra deberían explicar por qué los fondos públicos parecen no servir para solucionar problemas recurrentes. Mientras decidimos denunciar este nuevo vertido, tenemos el deber de plantear una serie de cuestiones de urgencia a la administración:
– ¿Se va a prohibir el baño hasta que se garantice la salubridad de las aguas?
– ¿Se va a retirar la arena contaminada?
– ¿Se van a retirar las banderas azules de las diversas playas de la ensenada, evitando así de paso contribuir a las muchas dudas que plantea este galardón?
– ¿Se va a plantear alguna vez una solución a estos vertidos?
Para comprobar la toxicidad de estos vertidos no hay más que observar la desembocadura estos días en adelante. Por experiencia sabemos que mientras persisten las aguas oscuras en el estuario desaparece todo rastro de vida, y lo único que sobrevive son las larvas de mosquitos, que se desarrollan en su particular paraíso tóxico sin ningún enemigo que pueda acabar con ellas. Las aguas claras provenientes de las surgencias del río, que son las únicas que van purificando poco a poco el estuario y hacen que vuelvan las aves y anfibios que devoran estos mosquitos, son tragadas en su mayor parte por la alcantarilla que hay un poco más atrás de la desembocadura. Todo un despropósito que ejemplifica
el desastre de gestión del tramo urbano del río que han realizado todas las administraciones hasta ahora.


