Larus michahellis

Las gaviotas patiamarillas de Melilla siguieron aumentando en 2020 a pesar de los controles realizados

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  • “El Gobierno local estudia nuevos métodos para controlar a las gaviotas” es un titular de prensa del 13 de septiembre de 2011. Desde entonces nadie ha conseguido resolver el problema. 

 

  • Nunca se han aplicado los “nuevos métodos” con eficacia por muchas razones diferentes.

 

La gente se indigna, e incluso pasa miedo con los picados de las gaviotas, pero el comportamiento de la gaviotas no es agresivo aunque lo parezca. Las gaviotas no atacan, defienden a sus crías de nosotros, se adaptan y ocupan los hábitats que les dejamos después de que hemos ocupado los suyos en las costas. Los cuidados parentales a la descendencia es un comportamiento evolutivo que ha sido adquirido por muchos animales mucho antes de que existieran las personas. Las gaviotas cuidan a sus crías antes de que la especie humana existiera y si anidan en los techos de la casas es porque no le hemos dejado otro sitio donde hacerlo libres de depredadores terrestres.

El aumento de la población mundial de gaviota patiamarilla se debe a que le hemos proporcionado  abundantes fuentes de alimento en forma de descartes de pesca y vertederos de basuras. En un censo de invierno de gaviotas patiamarillas en Melilla se pueden contar más de 1.000 pero el 70% se verán en el puerto pesquero de Nador a través de la valla en el dique sur.

 

En el año 2009 prácticamente no había gaviotas criando en el entorno urbano de Melilla aunque sí en muchas ciudades costeras peninsulares y europeas. En la costa melillense había 206 parejas de gaviotas patiamarillas censadas. El primer censo de gaviota patiamarilla encargado por la Ciudad Autónoma es de 2017, seis años después de que se reconociera el problema. Entre 2009 y 2017 las gaviotas pasaron de 206 nidos a 336, pero con más del 60% ya situados en la ciudad y no en los acantilados y algunas zonas que no pudieron visitarse hacen pensar que en realidad había más 336 nidos, probablemente casi 400.

 

Durante la campaña de control de gaviotas patiamarillas de 2017 se recogieron 202 nidos y 136 huevos de gaviota, datos totalmente insuficientes para controlar de forma efectiva a la población debido a la capacidad de hacer puestas de reposición. Si se le quita a las gaviotas 200 huevos en dos semanas serán sustituidos por otros tantos.

 

Por eso, y debido a que las gaviotas adquieren la madurez sexual al tercer año, en 2020 se percibe un aumento de gaviotas patiamarillas, porque el control en 2017 no fue suficiente, y en la Zona de Especial Conservación de Aguadú el aumento ha sido de más del 100%, porque de los 82 nidos que había en 2017 han pasado a ser 190 nidos este año.

 

Los próximos años van a ser peores por motivos diferentes. En 2019 se firma muy tarde el contrato de 2 años prorrogable 1+1, tan tarde que no había prácticamente huevos porque habían eclosionado ya la mayoría. Así que falló el control por falta de capacidad en la consejería para firmar el contrato a tiempo, a pesar de que lo estaba renovando.

 

En 2020 el confinamiento ha dejado libre mucha mayor superficie para que las gaviotas críen en ausencia de personas por todas partes. Muchas personas no sabían que existía una empresa contratada para retirar nidos. Ha fallado sin duda la comunicación y los huevos han eclosionado y dado lugar a pollos, que cuando está volantones y salen de las azoteas empiezan a verse por cualquier sitio en Melilla, calles, plazas, playas y paseos marítimos, sobre todo en junio.

 

Tampoco la educación ambiental en centros educativos ha sido posible este año, ni el pasado. En parte por eso todavía hay descampados donde se ve a la gente echar comida a las gaviotas, cuando al igual que a otros tipos de animales urbanos, no se les debe alimentar.

 

En 2021, el año próximo, una década después de comenzar el debate público sobre gaviotas en Melilla, tendremos 2 problemas por resolver, el del control de la población  y la consecuencia que ello ha provocado, la expulsión de la otra gaviota protegida, la de pico rojo, de la Zona de Especial Conservación de Aguadú, que ha sido totalmente ocupada por la gaviota patiamarilla, probable motivo por el cual ha desparecido en 2020 el 40% de la colonia de picorojos.

 

Guelaya está a disposición de la Consejería en este problema. Mantenemos el consenso con el grupo local de SEO sobre la necesidad de una solución bioética y no cruenta para resolver el doble problema originado por la falta de control de la población de gaviota patiamarilla actuando sobre los nidos evitando que nazcan los pollos. La próxima tramitación del Plan de Conservación de la gaviota de Audouin (picorojo) es una oportunidad que no podemos dejar pasar.

 

gaviota patiamarilla en la puerta de la consejeria de fomento

 

 

 

 

 

Otra rapaz muerta a manos de las gaviotas en los tejados de la ciudad

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Esta vez ha sido un gavilán la víctima de la agresividad de las gaviotas patiamarillas, una especie en plena expansión en la ciudad y muy agresiva con las otras especies de aves que hasta ahora poblaban los tejados de Melilla.

gavilan

Aunque el problema de la expansión de las gaviotas patiamarillas por el casco urbano de Melilla pasa más desapercibido en invierno, sigue estando ahí. La causa principal es el aumento desmedido de su población debido a que se alimenta de los desechos humanos, y eso hay de sobra en nuestra ciudad; además, sus enemigos naturales (zorros, halcones…), aparte de ser hoy en día muy escasos, sólo pueden actuar en el entorno original de estas aves, los acantilados de Melilla.Por tanto, al expandirse por los tejados de la ciudad se libran también de la presión de los pocos depredadores que tienen estas aves.

Hace ya años que solicitamos una y otra vez a la consejería de medio ambiente que actúe para controlar la expansión de esta especie de forma incruenta, como ya se ha hecho en muchas ciudades españolas (con el parafinado de huevos, por ejemplo, como se hace en Chafarinas) para evitar los múltiples incidentes que provoca sobre todo en primavera, cuando los pollos están crecidos y los padres se muestran especialmente agresivos para protegerlos.

En su hábitat original, la gaviota patiamarilla (Larus michahellis) se alimenta sobre todo de los peces que roba a otras gaviotas como la reidora o la Audouin, e incluso de los pollos de éstas. Esta agresividad natural de las patiamarillas hace que su expansión por los tejados de la ciudad provoque la desaparición del resto de especies que habitan estos tejados, ya sea porque huyen o porque son abatidas por ellas.

Pocas son las aves que puedan competir con el tamaño, el número y la agresividad de esta especie. Hace unas semanas los alumnos del IES Juan Fernández fueron testigos de la muerte de un precioso cárabo (Strix aluco), una rapaz nocturna muy escasa en Melilla, a manos de las patiamarillas que se arremolinan sobre ese instituto esperando los desechos que dejan los alumnos en el recreo.

Y hace unos días le tocó a este precioso gavilán (Accipiter nisus), que se dejaba ver por los tejados del mercado central. Los obreros que trabajaban sobre el tejado de este mercado la semana pasada observaron cómo las patiamarillas acabaron con la vida del gavilán con bastante facilidad, ya que esta rapaz de tamaño medio no suponía ninguna amenaza seria para ellas. Fueron estos obreros los que realizaron la foto que ilustra el artículo.

Este año volveremos a pedir que la consejería de medio ambiente se involucre en el control de esta especie y les volveremos a recordar que para estas labores cuenta con nuestra colaboración desinteresada.

También volveremos a recordarles que en su expansión las gaviotas patiamarillas ya ha llegado a los acuartelamientos del barrio del Real, muy próximos al aeropuerto, con lo que el problema amenaza con complicarse aún más si esta especie empieza a interfir en los despegues y aterrizajes de los aviones.

Aumentan los incidentes con las gaviotas patiamarillas en el casco urbano de Melilla

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La población de gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) ha crecido exponencialmente en pocos años y ya cría en los tejados de casi todos los barrios de la ciudad. Hasta hace algunos años sólo criaba en los acantilados de Aguadú y Melilla la Vieja, desde donde empezó a extenderse por los tejados de las casas y comenzaron los problemas con ellas. También provocaron algunos sustos en el cementerio, pero sólo eran anécdotas comparadas con los problemas que ocasionan hoy en día.

gaviota y pollo 2

La patiamarilla es una gaviota grande, la más grande de las que viven por aquí. En su hábitat natural depreda sobre los pollos e incluso adultos de las otras especies de gaviotas que viven en su entorno, así como cualquier ave o animal que se ponga a su alcance. Donde su población se dispara, disminuyen o desaparecen las demás especies. En Chafarinas, es la principal causa de muerte de pollos de la gaviota de pico rojo. Curiosamente, muchos melillenses confunden a la patiamarilla con la gaviota de pico rojo, por tener la primera una mancha roja en su pico; en realidad, la gaviota de pico rojo (Ichtyaetus audouinii) tiene el pico rojo por completo, es más pequeña y NUNCA cría en el casco urbano.

En Melilla, las patiamarillas matan muchos de los pollos de los cernícalos que crían en los acantilados, ya sean vulgares o primillas. Los pocos enemigos que mantenían el control sobre la población de esta gaviota hace tiempo que desaparecieron, y sus hábitos alimenticios son poco escrupulosos, con lo que hace tiempo que su principal fuente de alimentación es la basura. Ese es el motivo principal que ha hecho que la patiamarilla se haya extendido por toda la ciudad. Cualquier bocadillo abandonado en un recreo o los desechos de pescado de los mercados son aprovechados por esta especie, que además no duda en atacar y dar muerte a las palomas que se pongan a su alcance. Crías de perros o gatos callejeros también son víctimas en no pocas ocasiones de sus ataques.

Pero cuando se muestra más agresiva es en época de cría, y especialmente cuando los pollos ya están volantones, a finales de junio y hasta mediados de julio. Los primeros intentos de vuelo de estos pollos provocan que caigan de los tejados a patios de viviendas y colegios, y los progenitores mantendrán fuera del alcance de su pollo a todo el que intente acercarse. En la actualidad, no hay un servicio de atención definido para este tipo de incidencias, y la policía local no da abasto en estos días, y el año que viene será peor. Por lo pronto, las gaviotas ya han llegado a los cuarteles cercanos al aeropuerto, y han provocado problemas para aterrizar a algún avión, lo que da una idea de la seriedad del asunto.

Hace ya algunos años que Guelaya viene solicitando a las autoridades que intervengan en el control de esta especie para evitar que el problema persista y siga aumentando. Una empresa local especializada en control de fauna, El Quinto, ya presentó hace dos años un proyecto de control de la especie a la consejería de medio ambiente, que no fue atendido. El proyecto proponía controlar la población con un sistema que ya ha funcionado en otras ciudades y que siguen empleando con éxito en Chafarinas: el parafinado de los huevos. Es un sistema incruento que evita que haya intercambio de temperatura entre el huevo y los progenitores, por lo que no es fecundado y nunca llega a eclosionar. En nuestra última reunión con el consejero de medio ambiente Manuel Ángel Quevedo y parte de su equipo, entre otros temas, volvimos a hablar del problema irresoluto con esta especie, y nos confirmaron que estaban al tanto de las incidencias que estaban provocando. Volvimos a proponer que se llevara a cabo el proyecto presentado en su día por El Quinto, y la propuesta tuvo buena recepción. Hasta ahora no tenemos noticias de si se han iniciado contactos, pero esperamos que este sea el comienzo de la solución para este problema. Debemos recordar, por último, que las gaviotas no son culpables de seguir su instinto, por lo que no deben ser tratadas con crueldad. Es nuestro deber empezar a reparar los errores que provocan que ésta y otras especies terminen convirtiéndose en una plaga.