consumo de agua

Agua en Melilla, sobra dinero y falta gestión

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  • En temas de agua más que dinero hay que conseguir una mejor gestión.
  • El agua que llega a nuestros grifos es infame, cuadriplica el máximo de sales permitidas
  • Si la población real de Melilla fuese de 100.000 habitantes y consumiéramos 140 litros por persona al día, el agua del grifo sería tan buena como la embotellada y no haría falta ampliar la desaladora.
  • El control del territorio es fundamental. Si no sabemos cuántos habitantes tiene Melilla tampoco sabemos cuánta agua derrochamos.
  • Regar aceras, jardines y el campo de golf con agua de los acuíferos debe prohibirse ya.

No sabemos cuántos habitantes reales tiene Melilla, pero el margen de incertidumbre es demasiado grande. No sabemos si hay 10.000 personas más de las censadas, o 40.000.

La falta de gobernanza o de control del territorio nos aboca a no poder precisar las mejores soluciones para nuestro exceso de consumo de agua

En 2017 Melilla gastó 13,9 hm3 de agua según los datos de la Consejería de Medio Ambiente, esto supone casi 440 litros por habitante y día si sólo consideramos la población censada. El Plan Hidrológico 2015-2021 suponía una población flotante  de 10.000 personas, pero lo cierto es que, cada vez más abiertamente, nuestras autoridades reconocen que la población flotante de Melilla puede superar las 20.000 personas. Santiago Barajas, experto en Aguas de Ecologistas en Acción, estudiados los datos de consumo de agua de Melilla considera que las desorbitadas cifras de gasto de agua en Melilla solo pueden explicarse considerando una población no censada de al menos 30.000 personas, quizás 40.000.

Con 30.000 personas no censadas el consumo de agua por habitante y día bajaría hasta 325 litros, lo que sigue siendo una barbaridad si lo comparamos con los datos de consumo medio en España, que según el INE (Instituto Nacional de Estadística)  en 2018,  estuvo en 133 litros por habitante y día.

Otro factor a considerar para explicar estos datos es el estado de la red de distribución de aguas en nuestra ciudad. Aquí los protagonistas no se ponen de acuerdo. Según la Confederación Hidrográfica tenemos una red obsoleta. Según la anterior Consejería de Medio Ambiente tenemos una red aceptable.

Lo cierto es que en Melilla gastamos muchísima agua y no se sabe muy bien por qué.

La respuesta de la Administración ha sido resolver los problemas a base de talonario.

No conocemos bien las causas del sobreconsumo, no hemos hecho ninguna campaña de ahorro de agua, pero sí tenemos 17 millones de euros para ampliar la desaladora.

Hoy día se está sacando continuamente agua de los acuíferos para el riego de parques y jardines, y, lo que es más sangrante, para el campo de golf.

El campo de golf debería regarse con agua reutilizada, proveniente de la depuradora, pero como el proceso de reutilización hace años que no funciona, lo cierto es que debe estar regándose con agua de un pozo colindante. Según los datos del nuevo Plan Hidrológico 2021-2027 el campo de golf supone una presión de un 3% sobre la masa de agua de nuestros acuíferos, lo que equivale a más de 200.000 m3 anuales.

La ampliación de la desaladora ya está aprobada, por lo que no hay vuelta atrás, pero sí podemos exigir que la política de aguas de nuestra ciudad tenga en cuenta la urgente necesidad de acabar con el uso de agua de los acuíferos para riegos, baldeos de aceras y mantenimiento del campo de golf.

Tampoco es sensato que, siendo Melilla una región con unos enormes problemas de abastecimiento de agua, tengamos uno de los precios más baratos de toda España. El precio del agua en Melilla está en 0,7 € por m3, en Madrid, por ejemplo está en 1,76 €, más del doble, pero el 50% del agua que llega a nuestros grifos es agua desalada, mucho más cara que la del Canal de Isabel II que abastece a Madrid, por lo que la diferencia de precios es abismal.

Los precios del agua deben tener en cuenta a las familias más necesitadas, pero no puede haber barra libre, esto favorece el derroche.

También hay que reconocer que antes de subir el precio del agua habría que conseguir que tenga un mínimo de calidad. El elevado consumo es responsable de que nuestros acuíferos estén sobreexplotados y, por tanto, salinizados. El agua que llega a nuestros grifos es infame, cuadriplica el máximo de sales permitidas en  lo que se considera un agua con condiciones óptimas de potabilidad.

 Reducir el consumo hasta 140 litros por habitante y día, que es la media española, permitiría disminuir la presión sobre los acuíferos y obtener un agua de gran calidad.

Baste un ejemplo, si la población real de Melilla fuese de 100.000 habitantes, y cada persona gastase 140 litros al día, el consumo anual de agua sería de 5,1 hm3. Nuestra desaladora actualmente está produciendo 7,3 hm3 anuales, es decir, no haría falta sacar ni un litro de los acuíferos, tendríamos agua de sobra y de una calidad similar a la del agua embotellada que compramos para beber. Y, por supuesto,  tampoco haría falta ampliar la desaladora.

El problema es que no sabemos cuántos somos ni por dónde derrochamos el agua.

Controlar el territorio, mejorar la gestión de la red de abastecimiento, la del uso de nuestros acuíferos, la del precio del agua y conseguir una depuradora que funcione, tareas pendientes para una ciudad que quiera ser eficiente en sus recursos y deje de buscar soluciones solo a base de talonario.

Primera Carta a los Magos y Magas de la Guelaya

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  • Guelaya Ecologistas en Acción quiere comenzar el año deseando a todas las personas de Melilla que 2021 les trate mejor que 2020, y nuestra esperanza es que eso no va a ser difícil.
  • En lo ambiental, Guelaya quiere compartir con todas las personas de la ciudad su carta de deseos, que esperamos cumplir a lo largo del año.
  • Todavía nos queda que pasar la tercera oleada de pandemia pero la progresiva vacunación de la población permitirá que la declaración de emergencia climática deje de ser papel mojado.

Querid@s Mag@s:

El año 2019 terminaba con potentes manifestaciones en todo el mundo ante la emergencia climática y la COP25 de Chile/Madrid, y 2020 termina a la espera de que las vacunaciones acaben con la peor emergencia sanitaria del planeta.

Han pasado 25 COP (Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático), y 5 desde los acuerdos de París, y las emisiones que provocan cambio climático no han dejado de subir. En 2020 han seguido batiendo riesgos a pesar de los confinamientos severos de muchos países y la caída de la actividad económica global.

Nuestra esperanza es que en 2020 por fin acabemos con el COVID-19 para poder dedicarnos a la emergencia climática y recuperar el tiempo perdido, porque si el año pasado debíamos reducir las emisiones un 7% para subir la temperaturta solo 1.5º más, tras un año perdido y catastrófico ya debemos reducirlas un 7.6% al año.

Este año pedimos lo mismo que el año anterior, un plan de emergencia climática, porque nos hemos portado mal y nos han traído una pandemia que solucionar a corto plazo más que una emergencia climática a resolver en 2030.

Los políticos solo ven el tiempo hasta las próximas elecciones, así que han cometido el error de abandonar los objetivos a medio plazo para dedicarse a lo cortoplacista, cuando ambas crisis son dos caras de la misma moneda y el empleo verde y la economía circular le permitían crear puestos de trabajo.

Las peticiones sobre emergencia climática referidas exclusivamente a la conservación de nuestra especie son las que se encuentran en la declaración firmada e incumplida en la Asamblea. Dejaremos las peticiones sobre biodiversidad para una segunda carta, y sobre las medidas que afectan a nuestro futuro recordamos la urgencia de las siguientes:

Cambiar la tecnología de ENDESA por algo menos contaminante va a ser un proceso largo porque depende de inversiones del Estado, pero que suban las chimeneas de acuerdo con nuestras alegaciones aprobadas en 2018 para la Autorización Ambiental Integrada (AAI) sí va a ser una demanda ecologistas para 2021. También va a ser una exigencia que se instalen los equipos de medición de calidad del aire en Melilla, porque saber lo que respiramos es un derecho del siglo pasado.

En economía circular nos gustaría que se utilizaran los áridos del vertedero de escombros para vaciarlo y darle vida útil, utilizando la zahorra para luchar contra la erosión de caminos, pistas de carros y senderos de la ciudad. Sobre vertidos de escombros queremos ver en 2021 lo mismo que pedimos para 2020, que se comienzan a instalar cámaras en los puntos negros y se ponen multas.

En cuanto al agua, ya sabemos que en 2021 no podremos beber el agua del grifo porque seguirá siendo horrorosa, pero nos conformamos con que no haya cortes de suministro para nadie y que empecemos de una vez a gastar menos agua por habitante y día para acercarnos a la media española, que duplicamos en Melilla.

En residuos esperamos poder enviar a la península con cargo a las arcas del Estado lo que no podemos reciclar ni reutilizar en Melilla, especialmente si son residuos de la incineradora, aunque con un almacenamiento temporal lleno no haya más remedio que vaciarlo parcialmente para tener donde enviar las escorias de la incineradora. Se trata de un asunto judicial, y esperamos que la actual consejería se mantenga al margen de la judicialización de nuestra denuncia en 2018.

En movilidad, esperamos que el carril bici ya anunciado para sustituir a la ciclovía y las conexiones con los barrios del norte y oeste del centro de la ciudad se construyan, y que haya respuesta a nuestra petición de convocatoria del Foro de consenso en movilidad.

Melilla necesita AHORRAR agua para que llegue a todas las personas

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  • Guelaya hace un llamamiento a todas las administraciones y a los usuarios para ahorrar agua ante el aumento del consumo provocado por la pandemia, que ya genera problemas en el suministro.

 

  • La ciudad de Melilla duplica sobradamente la media española de la tasa de consumo de litros/habitante/día

 

  • Mientras que el campo de golf, la granja escuela, los viveros de Talher y el parque forestal se rieguen con agua potable, poca voluntad de ahorro se demuestra

 

Desde que comenzó el confinamiento, la consejería de Medio Ambiente y Sostenibilidad ha anunciado un aumento progresivo del consumo de agua en la ciudad, primero de 3000 a 4000 m3 diarios y recientemente de 4000 a 5000 m3 pasando del 10 al 15% de aumento.

 

Ha aumentado el consumo de agua a pesar de una disminución de la población que trabaja en Melilla debido al confinamiento con la península, y al cierre de la frontera, con miles de personas menos, y a pesar del cierre de comercios y otras actividades, y al cierre de centros educativos e instalaciones deportivas que consumen grandes cantidades de agua. A pesar de todo esto el consumo sigue aumentando de un 10% en marzo al 15% a finales de abril.

 

Y todavía no hemos escuchado ni una sola palabra de los responsables de la gestión del agua recomendando el ahorro para disminuir el consumo,  motivo por el que Guelaya se ve obligada a hacerlo.

 

La tasa de consumo de agua en Melilla es cercana a los 400 litros por habitante al día con toda la actividad de la ciudad a pleno rendimiento. Y la media española es inferior a 200 litros/habitante/día. En Melilla gastamos más del doble de agua que cualquier familia española.

 

Todas las soluciones que se han aportado históricamente han sido orientadas hacia el aumento de oferta ante el aumento de demanda. Pasamos a tener desaladora para poder tener agua 24 horas y de calidad para beberla.

 

Y con el aumento de población que la ciudad ha tenido en los últimos 20 años, los recursos hídricos disponibles se han ido quedando pequeños hasta el punto de comenzar otra vez a tener problemas para el abastecimiento las 24 horas de agua a toda la población, y las medidas para resolver el problema siguen siendo las mismas que no han funcionado en medio siglo, aumentar la oferta de agua ampliando la desaladora, y seguir sacando agua de pozos exhaustos con acuíferos sobreexplotados históricamente. La lucha contra las fugas están dentro de lo adecuado, en un 20%, o se elevan el 30% o más, sin que nadie sea capaz de afirmar donde se gasta el agua y donde se pierde.

 

Regamos con agua potable el parque forestal, la granja escuela y los viveros de Talher a pesar de tener alternativas técnicas para ello. Regamos el campo de golf con agua de pozo. Y el proyecto de reutilizar aguas terciarias para riego del parque Hernández, iniciado hace muchos años, sigue sin funcionar.

 

Seguimos sin noticias de un plan de ahorro que nos permita un ahorro del 10%, suficiente para garantizar el suministro a la población hasta que con suerte, dentro de 3 años, funcione la ampliación de la desaladora. Ni siquiera un contrato menor para que una empresa especializada con experiencia diga cuando y como podemos ahorrar agua.

 

Guelaya exige a la ciudad autónoma y a todas las administraciones públicas de la ciudad un plan de ahorro de agua urgente que permita el abastecimiento las 24 horas de agua justamente ahora que es más necesaria que nunca, porque los 5.000 m3 diarios de más no se van en lavarse las manos.

 

La sostenibilidad es una mesa que tiene tres patas: la ambiental, la social y la económica, y cualquier intento de salir adelante con solo dos, dejando fuera lo ambiental, corre el peligro de no ser sostenible.

 

grifo goteando

 

La salud del planeta y de las personas son la misma cosa. No hay salida sostenible por separado

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  • Ni en Melilla ni en ningún sitio esta pandemia beneficia al medio ambiente. Guelaya luchará por superar las dos emergencias.

 

  • La salida de la alerta sanitaria tiene que evitar el repunte de emisiones que se produjo en las cuatro últimas crisis económicas mundiales

 

  • Necesitamos conocer los datos y sacar conclusiones sobre cómo nuestros hábitos afectan al medio ambiente ahora que la frontera está cerrada y somos los únicos responsables.

 

La alerta sanitaria global que estamos viviendo no nos puede hacer pasar por alto que la definición de pandemia implica el principio ecologista de que todas las personas somos interdependientes en todo el planeta.

 

Tanto en algunas redes sociales como en medios de comunicación aparecen titulares que asocian la situación de alerta sanitaria con mejoras puntuales del medio ambiente, pero la situación actual no es sostenible desde ningún punto de vista.

 

Guelaya ha solicitado información ambiental a la consejería de medio ambiente y sostenibilidad y, aunque todavía no se puedan sacar conclusiones definitivas de los datos locales, la información que nos va llegando de los ámbitos relacionados con la emergencia climática es negativo.

 

No es sostenible mejorar la calidad del aire si se paga con vidas, sufrimiento y crisis económica porque no se ha desactivado la curva del crecimiento económico con la de emisión de contaminantes.

 

Pero además, las bajadas de emisiones vinculadas con la mejora de calidad del aire se han producido al menos cuatro veces desde la crisis del petróleo de los años 70, hace ya medio siglo y siempre se produjeron repuntes en las emisiones en los dos años siguientes a las crisis que previamente causaron una disminución de la actividad económica.

 

En estos momentos el Observatorio de la Sostenibilidad de España calcula que la disminución de emisiones de emergencia climática  está próxima al 5% , pero es necesaria al menos una reducción del 10% para que tenga efectos ambientales estables en la mejora de la crisis ambiental.

 

Hemos disminuido el número de desplazamientos pero no de forma voluntaria, sino obligados a cumplir las normas para defendernos del confinamiento, pero es previsible que cuando podamos desplazarnos libremente tengamos repuntes en el porcentaje de uso del vehículo privado en contra de los desplazamientos en modalidades sostenibles como en COA, bici o caminando.

 

No todos los indicadores ambientales han mejorado, por tanto.

Melilla cuenta con la tasa más elevada o de las más elevadas de las CCAA  de consumo de agua por litros/habitante/día y estamos aumentando el consumo entre un 9 y un 12% contando con entre 20.000 y 30.000 personas menos que no entran por la frontera, con los colegios e instalaciones deportivas cerradas, y con los comercios e instituciones públicas bajo mínimos. No es sostenible aumentar el consumo de agua en estas condiciones.

 

La incineradora debe estar quemando menos basura, pero algunos tipos están aumentado, como por ejemplo en el caso de los residuos hospitalarios con sobrados motivos, pero en otros tienen efectos negativos como es el caso de los plásticos, que son los residuos más contaminantes.

 

No dejamos de ver guantes usados por las calles y estamos aumentando lo que quemamos en la incineradora además porque estamos consumiendo más comida envasada y no la estamos reciclando, porque es la recomendación de Gobierno.

 

La ciudad de Melilla tiene la oportunidad de valorar el efecto que produce en el medio ambiente el cierre de la frontera, y por tanto bajo nuestra estricta responsabilidad local, sin el tráfico del contrabando, ni las miles de personas que pasan diariamente la frontera.

 

Guelaya está recibiendo la información ambiental que ha solicitado, pero que en algunos casos esta información se proporciona de forma agregada, lo que no permite comparaciones durante los días de confinamiento para aprender de nuestros propios errores y hábitos de consumo, porque si esperamos seguir consumiendo igual que antes después de resolver la alerta sanitaria no habremos aprendido nada.

 

central disel melilla