incineradora

Repunta la producción de residuos mientras el reciclaje se desploma en Melilla muy por debajo de los objetivos.

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  • Ya producimos más residuos urbanos que hace un año a pesar del descenso del 17% provocado por el COVID.
  • El reciclaje se desploma. Las cuentas de ECOEMEBES no salen.

Melilla quema en la incineradora 33.706.9 toneladas de residuos anuales y envía a reciclaje el 7.3% del papel y cartón, vidrio y envases ligeros. Eso no es una sociedad europea ni una economía circular.

Entre noviembre de 2019 y octubre de 2020, los 12 meses posteriores a la firma de la Declaración de emergencia climática, se quemaron en la incineradora 33.706.9 Tn, con una media mensual de 2.809 Tn, que para que se entienda mejor son 93.6 Tn diarias de residuos quemados.

Sin embargo, es preocupante que tras el mínimo de producción de residuos en abril de 2020, bastante lógico por el confinamiento y cese de actividad económica, se haya producido un repunte que nos llevó en el mes de agosto a 3.206 Tn, muy superior a los datos de finales de 2019. Actualmente se mantiene la producción como hace un año, por lo que se ha perdido la ocasión de mantener el objetivo de disminución del 10% del plan de residuos.

En el caso de los envases ligeros se reciclaron 574.2 Tn, que al mes fueron 47.8 Tn, bastante más de los 36.6 Tn de los 6 meses del año 2019 en los que hubo contenedor amarillo pero claramente insuficiente con respecto a los objetivos de reciclaje del 50%.

ECOEMBES engaña a los consumidores cuando afirma que recicla el 70% de los residuos. Es imposible demostrar esos datos en Melilla. En cambio, sí se puede afirmar que los 574,2 Tn recicladas forman parte de un total estimado de envases ligeros por la propia ECOEMBES para Melilla en 2020 de 3288.5 Tn, así que en Melilla se envía a reciclar un 17.5% de los envases y se queman en la incineradora el 82.5%.

A esto se le añade que de lo que se lleva a reciclar del contenedor amarillo a la península, no todo se va a reciclar. Por ejemplo, el 25% de los tetrabrick no se puede reciclar en España, y China ya no admite que se lo enviemos porque ellos sí tienen tecnología para reciclarlos completos. Los envases de menos de 10 cm de diámetro tampoco se reciclan, por ejemplo, así que una parte de lo que se envía a reciclaje acaba en un vertedero.

En el caso del vidrio en cambio se recogieron 551.3 Tn, lo que supone una bajada muy importante con respecto a la cantidad estimada en el plan de residuos vigente, que esperaba procesar 1.404 Tn en 2020. Esto ha ocurrido por un conjunto de motivos, como los meses de confinamiento, el cierre de la hostelería, y a la estabilización de la población local, que es inferior a la estimada.

En el caso del papel y cartón se han reciclado 3.483.6 Tn, el 72% de lo estimado, que eran 4.780 Tn, lo que coincide bastante bien con el 28% de disminución del tráfico de mercancías en el puerto de Melilla durante los 7 primeros meses de este año.

Guelaya se reitera en la necesidad de poner en marcha urgentemente planes de prevención, aprobar reglamentos para prohibir los plásticos de un solo uso y limitar su uso en general y promover en Melilla un sistema de devolución y retorno de envases (SDDR) para elevar los porcentajes de reciclaje, siguiendo en ese orden la jerarquía de la directiva europea.

La ciudad estableció sus objetivos de reciclaje al aprobar en el pleno de la asamblea el plan de residuos de Melilla (PIGREMEL) y está obligada a cumplir lo que se impone a sí misma.

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  • Guelaya presentó como alegación elevar el porcentaje de reciclaje y se aceptó el reciclaje del 50% de los envases plásticos.

 

  • El COVID-19 ha disminuido los residuos por la bajada de actividad económica pero ha aumentado las toneladas diarias de escorias de la incineradora

 

  • Aunque los residuos de construcción y demolición se han reducido a la mitad en el mes de abril la situación de los escombros sigue siendo un caos.

 

Comparando los resultados de la producción de residuos entre este mes de abril y el mes de abril del año pasado, el confinamiento provocado por la pandemia no nos está provocando ninguna ventaja ambiental.

El conjunto de residuos ha disminuido como consecuencia del cese de la actividad económica, los escombros han bajado a la mitad y se han producido 100 Tn menos de cartonajes. Pero por contra, otros tipos de residuos han aumentado, especialmente los biosanitarios, que se han duplicado, y los envases de plástico, que se han quemado en la incineradora en una cantidad casi 6 veces mayor que en el mismo mes del año anterior.

 

Además, la incineradora ha quemado más basura si atendemos a la producción de Tn de escorias, que pasaron de  818,58 a 887.

 

Estos datos ponen de manifiesto la importancia de reciclar, y las personas que aconsejan en esta materia al consejero deberían recordar que lo que dice la Ley de residuos es que las autonomías fijarán sus propios objetivos en planes de gestión. Y en Melilla tenemos el PIGREMEL 2017-2022 vigente, aprobado en el pleno de la asamblea de la  ciudad  y publicado al igual que su Evaluación Ambiental Estratégica.

 

Cualquiera puede leer las alegaciones que se le hicieron a PIGREMEL y quien las presentó. En el BOME del 28 de septiembre del 2018 vienen todas, y entre ellas, las 10 que presentó Guelaya.

 

Y de las dos que parcialmente se nos aceptaron, una de ellas trataba sobre el aumento de los porcentajes de reciclaje, y sí, en Melilla se aprobó que se reciclarían el 50% de los envases de plástico, y se valorizarían el 50% restante, y en estos momentos estamos reciclando menos del 20% y quemando más del 80%. Y eso es un mal dato que indica que el PIGREMEL no funciona y nos está dando problemas.

 

Aumentar las toneladas de escorias que se incineran y se vierten ilegalmente según nuestro criterio en el vertedero público de inertes es echar leña al fuego, porque el objetivo de reciclaje de residuos de construcción es del 90% y el actual es quizás del 10% siempre que como dice PIGREMEL se distinga entre residuo tratado y residuo reciclado.

 

Y colmatar el vertedero de inertes sin poner en marcha el plan de medidas específicas que PIGREMEL incluye es llevar la política de residuos de la ciudad a un casos absoluto, por que nadie va a financiar una obra pública faraónica como la ampliación del puerto, que era el destino de cientos de miles de toneladas que se llevan acumulando en la ciudad desde hace una década.

 

Por eso en materia de residuos, el año que ha pasado no puede ser valorado como bueno, y el COVID 19 solo ha influido en hacer visibles las deficiencias del plan y la falta de cumplimiento de los objetivos que la Ciudad se ha auto-impuesto, ahora que podemos despedirnos de las inversiones millonarias de la ampliación del puerto tras la crisis que nos amenaza por la pérdida de más del 10% del PIB nacional.

 

vertedero de inertes y escorias
Escorias de la incineradora en el vertedero de inertes

 

 

 

Carta a los Magos y Magas de Guelaya

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  • Guelaya Ecologistas en Acción quiere comenzar el año felicitando a toda la gente de Melilla y desearle un 2020 lo más sostenible posible tanto en lo personal como en lo social y económico

 

  • En lo ambiental, Guelaya quiere compartir con todas las personas de la ciudad su carta de deseos, que esperamos cumplir a lo largo del año

 

Querid@s Mag@s:

 

Desde Guelaya queremos pedir en primer lugar un gobierno a ser posible decente, que nos traiga una Ley de Cambio Climático justa social y ambientalmente, un decreto sobre reciclaje de materia orgánica, que estamos muy necesitados de ello, y dinerito para cumplir la disposición de la Ley de Residuos y poder enviar a la península con cargo a las arcas del Estado lo que no podemos reciclar ni reutilizar en Melilla, especialmente si son residuos de la incineradora.

 

Queremos vivir 2020 con salud y nos gustaría, si no fuera demasiado pedir, saber qué aire respiramos. Por eso nos pedimos un equipo de medición de calidad del aire fijo para la ciudad y otro para el puerto, porque no sólo huele Endesa, los barcos también huelen y echan por esas chimeneas lo que nadie mide ni regulación internacional ni nacional alguna exige, hasta que por fin se aplique la zona de bajas emisiones del Mediterráneo.

 

Y si los melillenses no hemos sido suficientemente buenos en 2019 para poder saber qué respiramos, pedimos un equipo móvil que registre partículas grandes y pequeñas, ozono troposférico, óxidos de nitrógeno y azufre, lo más cancerígeno, menos de una tercera parte de los gases sobre los que la Unión Europea establece valores máximos para respirar de forma saludable, aunque la OMS diga que tienen que ser más bajos.

 

Total, para qué discutir sobre cuál es el nivel máximo saludable de calidad del aire si en Melilla no se mide nada. Lo que sí pedimos es que por favor no tengamos que acabar defendiendo nuestros derechos en Fiscalía, como hemos tenido que hacer en años precedentes.

 

Si supiéramos lo que se respira podríamos saber cómo nos afecta el tráfico rodado, una central térmica diésel en el corazón de la ciudad, y una incineradora a 36 metros del núcleo urbano más próximo, que es el barrio de Mª Cristina.

 

¿Se puede denunciar la mala calidad del aire si no se mide? Esperamos grandes avances en esta materia de nuestras autoridades locales y autonómicas en 2020, porque si supieran lo que respiramos, podrían conseguir grandes avances en la lucha contra el cambio climático.

 

Vivimos en una isla energética, donde toda la electricidad que necesitamos proviene de la tecnología más sucia y denunciada en nuestro entorno europeo, los motores diésel. Pensar que una multinacional italiana que saquea a ENDESA desde hace tiempo creando dificultades laborales va a invertir en reducción de emisiones de efecto invernadero por el bien de la Humanidad es no saber donde se vive.

 

Por eso las Autorizaciones Ambientales Integrales (AAI) de las principales industrias contaminantes de la ciudad deberían ser más rigurosas y eso lo esperamos de nuestras autoridades ambientales, porque si no tienen abogados dispuestos a asesorarlos en materia de calidad del aire al menos han firmado una declaración de emergencia climática por unanimidad de todos los grupos políticos, así que no sólo tienen el apoyo de las personas que salimos a la calle a recordar que las generaciones jóvenes no tienen futuro, sino que no tienen oposición política posible si de lo que se trata es de establecer objetivos medibles y cuantificables anuales para disminuir las emisiones en el 2030, porque en el 2040 y 2050 ya nos va a obligar la nueva Ley de Cambio Climático y la Unión Europea. El aumento de las energías renovables y la disminución del uso de energías fósiles comienza este año de forma inexcusable.

 

Y para reducir las emisiones de la incineradora no quedará otra que poner en marcha los planes de reducción y reutilización, ahora que se empieza a reciclar por obligación legal, así que esperamos que en 2020 la cantidad de basura que se incinera en Melilla disminuya al menos un 10% y se comience a preparar el reciclaje de la materia orgánica.

 

Lo que sí pedimos es reducir lo más posible los vertidos de escombros en cauces y periferia urbana de Melilla. Queremos ver en 2020 cómo se comienzan a instalar cámaras en los puntos negros y se ponen multas, porque tras año y medio informando de los vertidos en Melilla ninguna de las medidas que se han tomado hasta el presente han servido de nada salvo una: impedir el acceso físico con grandes piedras o vallas donde se vierten los escombros a los vehículos, que a tenor de las sacas que se están empezando a ver también son camiones.

 

2020 será un año en el que entidades sociales y personas seguiremos trabajando juntas en la Alianza por el Clima. Personas voluntarias seguiremos limpiando nuestras costas de la basuras marinas y de nuestro pasado cuando vertimos todo tipo de basuras  a los fondos próximos a Horcas Coloradas.

 

Lo que pediremos es que para comenzar a controlar el problema se comience a prevenir la causa de las basuras marinas, que es el uso de plásticos en tierra. El 80% de las basuras marinas tienen su origen en tierra y el 87% de esas basuras en Melilla son plásticos. Este año debe ser el primero en el que se aprueban medidas para reducir el uso de plásticos en la ciudad y el gesto del año pasado por una Feria sin plástico se generalice no sólo al uso de vasos reutilizables.

 

La situación de emergencia climática no sólo afectará al aire que respiramos y a la crisis climática, también afectará al aumento del ritmo de extinción de especies, y por tanto pediremos que el esfuerzo en conservación de la biodiversidad se manifieste con unos buenos presupuestos que permitan ver en 2020 los primeros Planes de Conservación y Recuperación de Especies, tanto migradoras como la gaviota de audouin como sedentarias en peligro de extinción como la Patella ferruginea.

 

Los espacios protegidos de la Red Natura 2000, tras casi una década de planes de gestión metidos en un cajón, deberán plantearse si están sirviendo realmente para proteger y conservar especies que están más presentes fuera que dentro de los espacios protegidos, por lo que nos pediremos una ampliación de los estudios sobre especies protegidas como el Helianthemum caput-felis, que es más abundante fuera de la Red Natura 2000 que dentro.

 

Una ampliación de la Red Natura 2000 puede justificarse por ese motivo, al igual que nuevas figuras de protección, y por ello pedimos una Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) en los acantilados marinos de la ciudad, además de ampliar las Zonas de Especial Conservación (ZEC).

 

Finalmente, y no por ello menos importante, nos pedimos que llueva para que las reforestaciones que hagamos tengan las mínimas pérdidas posibles, porque en el río de Oro se van a plantar en 2020 entre 5000 y 10000 árboles. Guelaya pone los árboles, el Ministerio el dinero, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) la dirección de obras, y la empresa Tragsatec ejecuta el proyecto de renaturalización del río de Oro, el más importante en materia de conservación que se ha  visto en Melilla desde la creación de la Red Natura 2000 a comienzos de siglo.

 

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A la espera de los resultados de la investigación que ha iniciado la Fiscalía en la incineradora por una denuncia de Guelaya

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  • Hace casi un año que se presentó la denuncia y los ecologistas esperan que los análisis realizados a los residuos de la incineradora les den la razón.

 

  • No atender a las alegaciones de Guelaya puede costar a la Ciudad millones de euros en traslado a vertederos de la península de las escorias de la incineradora, además de las consecuencias para la salud de respirar en el paseo de Horcas el polvo que el viento levanta de las escorias.

 

Hace año y medio que Guelaya presentó sus alegaciones, que se publicaron en el BOME 5559 de 26 de junio de 2018. El problema consistía en la colmatación del vertedero de residuos no peligrosos que se abrió en 2014 como almacenamiento temporal para albergar las escorias de la incineradora de Melilla, que no podían ser vertidas como residuos inertes.

 

Sin embargo, el vaso se preparó como vertedero específico con el presupuesto base de licitación de 215.978,65 €

 

Trascurridos 4 años del comienzo de su actividad, la consejería decidió obviar los parámetros de las escorias que sobrepasan los niveles límite para ser considerados inertes  y comenzó a verter las escorias como si fueran escombros, a pesar de haber gastado previamente casi un cuarto de millón de euros en un almacenamiento temporal. O bien la construcción de un vertedero específico para escorias fue un gasto inútil de dinero público o bien se están vertiendo ilegalmente las escorias como si fueran inertes.

 

Los ecologistas denunciaron los hechos ante la Fiscalía, que abrió un expediente informativo que ha incluido la correspondiente investigación en la cual se han recogido análisis de muestras que han sido enviadas a laboratorios de la península.

 

Con estos análisis se pretende clasificar las escorias como residuos peligrosos, no peligrosos o inertes. Guelaya ha planteado sus dudas sobre si se trata de residuos peligrosos o no peligrosos pero bajo ningún concepto se pueden catalogar como inertes, como se desprende de los mismos análisis que la consejería ha puesto en información pública (“las escorias cumplen con los criterios para vertederos de inertes a excepción del contenido de cloruros y fluoruros y antimonio lixiviable”).

 

Además, los análisis se refieren a residuos “madurados” previamente durante meses, pero la gestión del vertido se está realizando sin seguir ese trámite que estaba incluido en la evaluación ambiental y por tanto es de obligado cumplimiento. Puede comprobarse que las escorias recién vertidas son más oscuras que las que han sido vertidas tiempo antes como prueba de la falta de “maduración”.

 

Los ecologistas demandan el envío a la península de las escorias del vertedero de escorias abierto en  2014 que se colmató hace casi año y medio  a cargo del Estado siguiendo la disposición adicional tercera  de la ley  22/2011 de residuos, pero la Consejería, como autoridad ambiental responsable, no atendió a las alegaciones presentadas en 2018.

 

Esta sería la solución en este momento. Si las escorias acumuladas en el vertedero de inertes y en el vaso de residuos no peligrosos desde 2014 se envían a vertederos de la península a cargo del Estado tal como la ley de residuos incluye, quedaría espacio disponible para el almacenamiento temporal de escorias.

 

La producción estimada de escorias es de 17 toneladas/día. La responsabilidad que la consejería ha contraído es la de trasladar 37.200 toneladas de escorias aproximadamente, que son las que se han vertido provisionalmente durante 6 años. Es decir, 4.380 contenedores de 8.5 toneladas. Una absoluta irresponsabilidad de los gestores de la Ciudad Autónoma para con las generaciones que tienen que seguir viviendo en Melilla.

 

Otra cosa distinta que podría agravar el problema es que como consecuencia de la investigación se demuestre que las escorias no han sido tratadas adecuadamente antes de 2014, ya que la incineradora funciona desde el siglo pasado y al menos desde 2011, con la publicación de la Ley de Residuos, la normativa sobre escorias antes de 2014 es la misma que en la actualidad.

 

vertido de escorias

 

 

 

 

 

 

Guelaya presentó sus propuestas sobre residuos al consejero de Medio Ambiente y Sostenibilidad. Estamos ante el fin del ciclo de la incineradora.

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    • Guelaya le pidió al consejero de CPM que rompa con la política del gobierno anterior en materia de residuos.

 

    • La política que el PP ha mantenido durante 19 años a favor de la incineración no puede seguir manteniéndose ni un año más.

 

    • No es de recibo que Guelaya tenga que presentar un recurso de alzada contra una resolución firmada por el anterior consejero en febrero antes de las elecciones y ahora tenga que ir contra un nuevo consejero porque se olvidaron de publicar en el BOME la resolución.

 

    • La prevención y reducción de residuos y la reutilización de envases son las medidas imprescindibles para conseguir los objetivos de ahorro en la producción de emisiones de carbono en la incineradora.

 

El lunes 14 de octubre se celebró la primera entrevista entre el nuevo consejero de Medio Ambiente y Sostenibilidad, transcurridos ya los primeros 100 días de mandato y un representante de Guelaya Ecologistas en Acción. Durante la entrevista, que se centró en la política pública de residuos, se entregó una carta al consejero en el que se analizaban los problemas que hereda del Gobierno anterior y que ahora son de su responsabilidad, y las propuestas de actuación que Guelaya pedirá a la consejería durante los próximos cuatro años.

Los ecologistas entienden que el cambio de signo político de la consejería es una oportunidad para cortar con la nefasta política de residuos que los gobiernos anteriores han mantenido, priorizando la salud económica de la empresa REMESA, que gestiona la incineradora, y manteniendo la incineradora al límite de su capacidad de incineración, lo que ha retrasado durante 12 años la puesta en marcha de los planes de reciclaje. De hecho, estos planes todavía no terminan de completarse cuatro años después de la obligación de instalar en las calles el contenedor amarillo.

Los datos sobre los incumplimientos en el reciclaje de envases plásticos son elocuentes y comenzaron en 2008,  fecha en la que se estableció el objetivo mínimo en España de reciclar el 22.5% de los envases plásticos. Posteriormente, la nueva ley de residuos elevó al 50% el porcentaje de reciclaje y obligó a poner contenedores amarillos en las calles a partir de 2015.

En septiembre de 2015 Guelaya reclamó este incumplimiento al anterior consejero, y trascurrido su mandato, todavía no se ha terminado de instalar las infraestructuras necesarias para poder cumplir con el objetivo de llevarse a la península el 50% de los plásticos.

La política que hereda el nuevo consejero de medio ambiente ha provocado que se queme innecesariamente desde 2008 la cantidad de 18.078.43 toneladas de envases plásticos para «alimentar» a la incineradora. Nos ha costado más de un millón de euros, 1.141.205,87.

 

Guelaya espera que la política de residuos de Melilla se aparte de la incineradora lo más rápidamente posible, y establezca como prioridades:

 

1.- Priorizar la puesta en marcha del Plan de Prevención de Residuos del Plan Integral.

 

2.- Priorizar la puesta en marcha de acuerdos para implantar en Melilla un sistema de retorno de envases con grandes superficies y pequeños comercios y prohibir las bolsas de plástico y los plásticos de usar y tirar.

 

3.- Cumplir con los objetivos legales de reciclaje y envío a la península de materiales.

 

4.- Incorporar la recogida selectiva de bioresiduos (materia orgánica) y determinar si se van a enviar a la península o se va a instalar una planta de digestión anaeróbica con producción de energía.

 

5.- Sustituir la electricidad que va a dejar de producir la incineradora por la producción de electricidad en Melilla de energías renovables.

 

6.- Planificar el cierre de la incineradora de Melilla

 

7.- Y sobre el recurso de alzada ante el convenio con Ecoembes:

 

Que la consejería aporte a Guelaya los informes de seguimiento del tratamiento de los residuos que establece la ley 22/2011 que hemos demandado en el recurso de alzada.

 

Sacar a información pública el convenio que se acuerde con ECOEMBES y abrir un plazo de evaluación ambiental del convenio y presentación de alegaciones para que se pueda hacer efectiva el derecho a la información ambiental y la participación social en materia de residuos.

 

negros nubarrones corren sobre la incineradora de Melilla

Guelaya espera que la política de residuos cambie con el nuevo gobierno

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  • El informe de seguimiento de vertidos de escombros que haremos público la próxima semana pone de manifiesto un aumento de los vertidos en algunas zonas de la pista de carros mientras que los puntos negros denunciados antes del verano se mantienen.

 

  • Se siguen vertiendo las escorias de la incineradora en el vertedero de inertes, lo que consideramos ilegal

 

Tirar basura al suelo es ante todo una falta de educación, o de urbanidad, como se decía el siglo pasado. La consecuencia del aumento de basura tirada en cualquier sitio es que cuando se realizan las limpiezas de choque no hay selección y todo va a la incineradora. Basura en el suelo es más contaminación atmosférica.

 

La falta de capacidad para vaciar los contenedores de recogida selectiva está provocando que mucha basura se esté quedando tirada al lado de los contenedores, según han denunciado a Guelaya algunos vecinos. Si la empresa de recogida de residuos no cumple con sus obligaciones habrá que revisar el contrato.

 

El arroyo Mezquita está como en sus peores momentos cuando el servicio de la limpieza de la ciudad ni pasaba por allí.

 

Muchos problemas vienen de antiguo y otros se han intensificado, pero un cambio de gobierno implica un cambio de política de residuos. No se puede apelar al cambio y seguir haciendo lo mismo que antes.

basura frontera

Guelaya defiende aumentar el porcentaje de residuos reciclados y que se garantice de forma explícita en el convenio con Ecoembes que no se puedan incinerar los residuos recogidos por separado, además de promover activamente la reutilización de envases.

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Guelaya tiene la obligación de velar por la transparencia en la gestión de residuos, y éso es lo que venimos haciendo. Con un acuerdo más explícito en lo relativo a lo que se puede y lo que no se puede incinerar no habría surgido ninguna controversia.
Urge, por tanto, modificar el acuerdo con Ecoembes para que los melillenses podamos estar seguros de que lo se deposita en el contenedor amarillo no se incinera.

El objetivo de Guelaya es incineración 0 y reciclaje 100%, pero la consejería hasta este momento no había hecho su trabajo.

Hemos dicho que la gestión de residuos reciclables incluía la incineración, y eso es una verdad como un templo, una parte se recoge selectivamente y la otra va en el cubo de la basura a la incineradora. Ahora tenemos que recordar que los ecologistas estamos en contra de la incineración y aspiramos a que algún día no sea necesaria.

La rueda de prensa de ayer se preparó sin conocer las aclaraciones que hizo Guelaya porque nos referimos a la incineración como destino de la mayoría de los materiales reciclables de Melilla que no van a la recogida selectiva.

Ahora sabemos a ciencia cierta con las cantidades de toneladas de envases que se llevan a la península según la ciudad autónoma que no se cumplen los objetivos de reciclaje en Melilla, ni de 2006, ni de 2011. Si decimos que no llegamos al objetivo es porque queremos que se recicle más, ¿alguien lo puede dudar?

El siguiente paso es determinar qué porcentaje acepta la consejería que se está reciclando y cuántas toneladas van a la incineradora. Para ello, hemos pedido una entrevista con el consejero y le hemos pedido información sobre los residuos de años anteriores para evaluar la situación real desde que en 2015 se hizo obligatorio la recogida selectiva de envases (con 4 años de retraso).

Según las estimaciones de Ecoembes para PIGREMEL, 27 Tn mensuales de envases son alrededor de 25%, hace falta reciclar como mínimo el doble.

Con lo información que hemos pedido al consejero sabremos los porcentajes de reciclaje de metales, papel y cartón y vidrio y terminaremos de saber en qué situación estamos.

Lo que Guelaya transmite a la sociedad es que llevamos años de retraso en reciclaje y que es ahora cuando empieza a ser posible hacerlo, pero sabiendo que el objetivo es reciclar el doble. Ahora empieza la responsabilidad de las personas, cuando la administración nos ha puesto los medios y se ha comprometido públicamente a no incinerar residuos reciclables.

Y en previsión de que hay envases que deberán llegar en los próximos años al 90% de reciclaje,hay que empezar a poner en marcha un sistema de retorno de algunos envases plásticos de líquidos.

logo contenedor amarillo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La ampliación del puerto se viene abajo. Los motivos económicos que intentaban justificarla se han ido desvaneciendo como la espuma.

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La caída en picado de las mercancías que entran al puerto de Melilla pone fin al cuento de la lechera con el que, de forma torticera, se ha intentado jugar con las ilusiones de una ciudad con unas cifras de paro muy elevadas.

Empezaron vendiéndonos una macroterminal de contenedores; ya en 2006 el entonces director de la Autoridad Portuaria, José Luis Almazán, ante las noticias aparecidas en prensa sobre un operador de contenedores que iba a invertir mil millones en Puntanegri, lanzó al vuelo que la ampliación del puerto de Melilla competiría con la marroquí con la creación de una terminal internacional de 170.000 contenedores. La ampliación estaría terminada en 2012, costaría 300 millones de euros y el 70% del capital provendría de financiación privada; y si alguien preguntaba qué tipo de contenedores iban a llegar a Melilla para aspirar a una cifra tan desorbitada, se contestaba que íbamos a ser un referente internacional en el tráfico de mercancías entre América y Asia y entre América y Europa, y los operadores querrían dejar, de forma temporal, sus contenedores en el puerto de Melilla. Si se le preguntaba que por qué las empresas iban a preferir Melilla frente a puertos marroquíes contestaba que Melilla aportaría mayor seguridad jurídica. Además, con este negocio estrella se iban a crear miles de puestos de trabajo.

Se fue Almazán y, en 2015, llegó Marín como nuevo director de la Autoridad Portuaria; ya no se hablaba del supernegocio de los contenedores, ahora el foco se puso en la necesidad de ampliar nuestro puerto por el incesante aumento de las mercancías que entraban a Melilla así como por el aumento del tráfico de pasajeros. Si no se ampliaba, nuestro puerto iba a estar colapsado, no habría sitio para ubicar las mercancías ni para atracar los barcos; además, según Marín la Ampliación generaría 5.000 puestos de trabajo. También se empezó a hablar de la necesidad de nuevo espacio para trasladar las industrias contaminantes de Melilla, sobre todo Endesa.

En 2014 Guelaya presentó sus primeras alegaciones al Proyecto de Ampliación del Puerto de Melilla y en 2017 las presentamos al Estudio de Impacto Ambiental de este proyecto. En estas alegaciones hemos puesto de manifiesto la falsedad en unos casos, y la escasa certidumbre en otros, de las argumentaciones que sustentaban la necesidad de la Ampliación:

Sobre el aumento incesante de mercancías demostramos, con datos de la propia Autoridad Portuaria que el tráfico de áridos se había desplomado. Sobre el resto de mercancías (que mayoritariamente tiene como destino a Marruecos), expusimos que la frontera de Melilla no podría soportar un aumento indefinido del volumen de tráfico y que ya empezaba a dar signos de un probable colapso; por otra parte la construcción del macropuerto de Nador West Med, que ya tenía adjudicados los inversores, echaría por tierra, muy probablemente, lo que quedase de nuestro mal llamado «comercio atípico» .

El tiempo da la razón a Guelaya y, como habíamos previsto, la frontera se ha convertido en un tapón, el tráfico de mercancías con Marruecos ha caído en picado y con él el volumen de mercancías que trabaja nuestro puerto. El 27 de septiembre, en prensa local, se informaba que la Asociación Nacional de Estibadores alertaba de la crítica situción por la que atraviesa la actividad portuaria de Melilla; de enero a julio de 2018 el número de contenedores estibados en nuestro puerto ha descendido un 37%. El señor Marín guardó silencio.

Y para remate del muerto el gobierno marroquí cerró de un plumazo nuestra frontera al paso de mercancías legales; y por lo que parece piensa cerrarla también al tráfico del contrabando; este aspecto, por sí solo, debería bastar para guardar en el baúl de los recuerdos las ansias de infraestructuras del gobierno de la ciudad, dispuesto a gastar más de 300 millones en una ampliación que se quedaría con las explanadas vacías.

La ampliación ya no puede utilizar como principal excusa la necesidad de terreno para almacenar el hipotético aumento en el volumen de mercancías.

Les quedaban algunas excusas secundarias: el volumen de pasajeros, el traslado de la incineradora, de los depósitos de combustible… y Endesa.

Nada se sabe de la valoración económica que hay que añadir para estas operaciones, ni se ha trazado ningún plan económico, ni acordado quien lo va a pagar. El puerto-isla que se pretende construir, por otro lado, no incluye la urbanización del espacio ganado al mar. ¿Cuanto costaría urbanizar 25 hectáreas, construir aceras y carreteras, conectar luz y agua, trasladar industrias tan sensibles como la incineradora o ENDESA, ambas de uso diario imprescindible para el día a día? ¿Otros 300 millones?

Esto supone hipotecar las inversiones del Estado en la ciudad para un buen número de años. ¿Para cuando habrá dinero para terminar el hospital, construir dos colegios nuevos, otro instituto…?

Según la Autoridad Portuaria el volumen de pasajeros aumentaría incesantemente y harían falta nuevos muelles de amarre a largo plazo. Desde Guelaya señalamos en nuestras alegaciones que, además de no tener problemas de sitio para el atraque de barcos ni a corto ni a largo plazo, el volumen de pasajeros podía descender en el momento en que las líneas marítimas que trabajaban en la Operación Paso del Estrecho volvieran a actuar en el puerto de Beni Enzar, cosa que sucedió en 2017 y que produjo un descenso de pasajeros del 8,1%. No se puede pensar en una ampliación por un tráfico de pasajeros fluctuante y que, aunque siguiese aumentando, sería totalmente asumible por las infraestructuras actuales

Y por último Endesa, de la que ahora se preocupan por lo que contamina, aunque es curioso saber que la normativa que restringe las emisiones contaminantes de Endesa la pone el gobierno de la ciudad, y que, según la misma, Endesa podía contaminar, legalmente, lo que no está en los escritos, porque las leyes restrictivas que se le estaban aplicando datan de 1975 y están derogadas hace mucho tiempo. Nuestro gobierno no movió un dedo por actualizar esa normativa hasta que Guelaya lo exigió; ésto fue hace dos años y todavía no han sido capaces de aprobar la nueva normativa de Endesa. Tampoco movieron un dedo para acabar con los malos olores que se desprenden de la central, no hicieron nada, y si Endesa instaló filtros para mitigar estos olores fue porque Guelaya actuó en prensa y en fiscalía. Pero la mejor solución para la contaminación actual y futura de Endesa es la que Guelaya viene defendiendo últimamente, bastaría con unir energéticamente Melilla con la península mediante un cable submarino y adíós a la contaminación.

Ni que decir tiene que la fantasía que trataban de vendernos de los miles de puestos de trabajo que se generarían con la nueva Ampliación ya no tiene sustento alguno; una vez terminadas las obras, el volumen de trabajo de nuestro puerto sería probablemente menor que el actual, porque el tráfico de mercancías está en descenso vertiginoso, lo que, lamentablemente, hace peligrar puestos de trabajo. No habrá puestos nuevos de trabajo, es más, será difícil mantener los actuales.

No quedan excusas para la ampliación del puerto, no quedan excusas para despilfarrar el dinero público buscando crear ilusiones en los votantes; un político decente reconocería que este proyecto se ha venido abajo.

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