renaturalización del río
Ecologistas en Acción otorga sus Banderas Negras un año más en el litoral español. Guelaya aporta la desembocadura del río de Oro como punto negro en Melilla.
Bandera Negra por mala gestión:
Cementación de la desembocadura del río de Oro y construcción de una fuente de colores.
800.000 € de cemento se han utilizado para sepultar la desembocadura del río de Oro de Melilla, uno de los escasos reductos de vida natural que quedaban en nuestra ciudad.
La barbarie se reformula conforme una opinión pública, cada vez más comprometida con la protección medioambiental va creciendo: hasta hace poco tiempo el plan para nuestro río era taparlo con un techo, convertirlo en una enorme alcantarilla, pero no pudieron hacerlo, probablemente por falta de dinero y por temor a contravenir a muchos melillenses que clamaban en las redes sociales contra ese proyecto.
Ahora les vale con inundarlo de cemento. En la desembocadura del río de Oro, que ya estaba en buena medida cementada, pero donde la vegetación se había ido haciendo un hueco con el transcurrir de los años, han decidido que había que cementar y poner, en la desembocadura del río, una fuente, con chorros iluminados durante la noche.
La tendencia en Europa y en España es la renaturalización de los ríos, quitar hormigón, aumentar la vegetación, cuidar los ecosistemas acuáticos, pero el gobierno de la Ciudad Autónoma decidió que lo mejor era arrancar la escasa vegetación que se había abierto el paso entre el hormigón de nuestro río, que permitía la reproducción de aves como el chorlitejo o la gallineta, y la visita de aves como la garza real, el andarríos, la lavandera, las garcetas o las cigüeñuelas; teníamos golondrinas y aviones devorando mosquitos; teníamos vida y ahora tenemos cemento amarillo con una fuente de colorines. No se puede ser peor gestor ni más hortera.
La actuación sobre la desembocadura del río de Oro atenta contra la Directiva europea Marco de Agua que entre otras muchas cosas establece que «El agua no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal«. El primer objetivo de esta Directiva europea es que «se prevenga todo deterioro adicional y proteja y mejore el estado de los ecosistemas acuáticos y, con respecto a sus necesidades de agua, de los ecosistemas terrestres y humedales directamente dependientes de los ecosistemas acuáticos».
En Guelaya nos preguntamos qué entendería el gobierno de la ciudad por «prevenir todo deterioro adicional y proteger el estado de los ecosistemas acuáticos».
El Presidente saliente de la ciudad declaró su intención de seguir cementando río arriba y se apresuró a inaugurar la obra pensando en captar votos de quienes, como él, son amantes del cemento. Pero con las primeras lluvias fuertes la fuente quedó sepultada en fango y tuvieron que acudir los operarios para mantener una imagen impoluta de cara a las elecciones; el fango, que antes era absorbido en parte por la escasa zona de tierra, formó una capa de dos centímetros sobre el cemento amarillo y asistimos al triste espectáculo de ver cómo estaban limpiando el lecho de cemento a manguerazo limpio.
Antes teníamos un río y ahora tenemos una fuente. Alguien habrá ganado algún dinero con el cambio.
Ya tenemos una fuente en lugar de un río
- 800.000 € de cemento para sepultar uno de los escasos reductos de vida natural que quedaban en nuestra ciudad.
- Homigonar el río no crea ni el 10% de los puestos de trabajo de un proyecto de renaturalización, que lleva esperando en el Plan Hidrológico seis años.
La barbarie se reformula conforme una opinión pública, cada vez más comprometida con la protección medioambiental va creciendo: hasta hace poco tiempo el plan para nuestro río era taparlo con un techo, convertirlo en una enorme alcantarilla, ahora les vale con inundarlo de cemento.
La tendencia en Europa y en España es la renaturalización de los ríos, quitar hormigón, aumentar la vegetación, cuidar los ecosistemas acuáticos. Quienes hayan visitado recientemente Madrid habrán podido comprobar la explosión de vida que ha tenido lugar en el Manzanares, donde simplemente levantando las compuertas que embalsaban el agua, simplemente dejando correr libremente al río, han aparecido los cormoranes, las garzas, los patos, ya florecen los carrizos y crecen, de forma espontánea, numerosos álamos.
En 2018 el ayuntamiento de Granada solicitó a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir la renaturalización del río Darro, tan sepultado de cemento como nuestro río de Oro. Se podrían citar muchos ejemplos.
Pero nuestros políticos deciden que lo mejor es arrancar la escasa vegetación que había conseguido hacerse un hueco en el hormigón de nuestro río, que permitía la reproducción de aves como el chorlitejo, la gallineta, la visita de garzas reales, de andarríos, de lavanderas. Teníamos vida y ahora tenemos cemento amarillo con una fuente de colorines. No se puede peor gestor ni más hortera.
La actuación sobre la desembocadura del río de Oro atenta contra la Directiva europea Marco de Agua que entre otras muchas cosas establece que «El agua no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal«. El primer objetivo de esta Directiva europea es que «se prevenga todo deterioro adicional y proteja y mejore el estado de los ecosistemas acuáticos y, con respecto a sus necesidades de agua, de los ecosistemas terrestres y humedales directamente dependientes de los ecosistemas acuáticos».
En Guelaya nos preguntamos qué entenderá el gobierno de la ciudad por «prevenir todo deterioro adicional y proteger el estado de los ecosistemas acuáticos».
Somos conscientes de que es preciso una actuación no sólo sobre la desembocadura del río sino sobre todo su cauce y hace dos años hicimos una propuesta de renaturalización que supone aumentar la seguridad en caso de riadas, eliminar y vigilar los puntos de vertidos de basuras, eliminar plantas invasoras, mantener las autóctonas y recuperar los laterales del río como zonas de paseo en todos los tramos posibles de la ciudad.
Los objetivos del plan de renaturalización que debe ejecutar el Ministerio de Medio Ambiente (actual MITECO) la Confederación Hidrográfica del Gualdaquivir y los que han inspirado la obra de la desembocadura no pueden ser más opuestos: En unos se trata de mantener las plantas como el carrizo o las eneas, que sirven para disminuir la velocidad del agua en las riadas, mientras que en el otro se eliminan estas plantas y se pone un suelo liso que aumenta la velocidad del agua, y conlleva un aumento del peligro en las avenidas de agua.
Si alguien consideraba que antes el río estaba sucio, lleva razón, lo que había que hacer era poner en marcha un programa de limpieza sistemática, como el que ha presentado Guelaya en el Consejo del Agua, y si se pensaba que el agua estancada favorecía la presencia de mosquitos también lleva razón, pero éstos eran devorados en buena parte por las aves que sobrevolaban el río. Una sola golondrina puede comer 850 mosquitos en un día; vamos a ver qué pasa con las golondrinas y aviones que antes eran habituales en la desembocadura.
Pues en lugar de golondrinas tenemos una fuente, eso sí, de colores, y el agua sigue estancándose con las subidas de las mareas, eso sí, nos hemos gastado 800.000 € en cemento, alguien habrá ganado algo, y seguirá ganando cuando en la próxima lluvia fuerte, porque alguna vez lloverá, se inunde el estanque de cieno y barro, y las bombas se colapsen bajo la avalancha de basura, tierra y cañas.
El estanque de la desembocadura del río de Oro es un despilfarro de dinero público
- El estanque acabará bajo un lecho de lodos y basuras en la primera riada fuerte que tengamos
- Es inaudito que en España y en toda Europa estén intentando recuperar ambientalmente los rios y en Melilla se gaste dinero para que el rio no llegue al mar.
- El hormigonado del cauce es el problema, no la solución.
Primero fue intentar taparlo. Después construir instalaciones deportivas, y finalmente, los intentos de acabar con el único rio que tenemos culminan en un estanque que evitará que el agua llegue al mar.. hasta que llueva.
El argumento de evitar mosquitos es, más que débil, erróneo. Los mosquitos no se van a evitar con los Jardines del Agua al lado, con plantas y riego permanente. En cambio quitar la vegetación del río sí provoca aumento de mosquitos, porque las aves que se los tienen que comer se van a otro sitio.
Pero además, lo que provoca la presencia de mosquitos no es el agua, sino la contaminación de la misma por las basuras que están en el cauce y que saldrán a la desembocadura en la próxima riada. Los cauces de Melilla están llenos de basuras arrastradas a la espera de llegar al mar.
Entendemos que se plantee reforzar los muros de contención en prevención de riadas que el cambio climático puede hacer intensas y frecuentes, pero es justamente el hormigonado del cauce lo que provoca el charco final que tanto molesta ahora.
El charco se produce porque no se deja que el agua se inflitre en el terreno a lo largo del tramo final. Ni siquiera poner una alcantarilla a 100 metros de la desembocadura ha servido de nada.
Las riadas colmatarán el estanque, llenándolo de tierra, barro y cañas en cada riada, varias al año. ¿cuanto costará mantener limpio el estanque? ¿aguantarán los motores que tienen que bombear el agua la carga de porquerías que se les viene encima?
Tarde o temprano el río de Oro deberá ser renaturalizado, porque esas son las directrices de las políticas hidráulicas actuales, y cuando eso se lleve a cabo, el proyecto actual deberá modificarse, porque un río siempre tiene que terminar en el mar. Si no es así no sería un río, sino una cloaca o un aliviadero.
Por esto, Guelaya considera que la obra de la desembocadura del río es un despilfarro de dinero. Además, no está incluido en el plan hidrológico, y la gestión del agua tiene otras prioridades más importantes en las que gastarse el dinero, como poner en marcha medidas de ahorro de agua, por ejemplo.
El carrizal del río Oro. La vida se abre camino
Ver cómo el carrizo (Phragmites australis) se va extendiendo sobre el lecho de cemento del río Oro es la mejor manera de entender la vieja frase «la vida se abre camino». En el plan de renaturalización que proponemos para el río a su paso por la ciudad no incluimos levantar el suelo de cemento del lecho del río, porque experiencias anteriores demuestran que en poco tiempo la vegetación ribereña haría desaparecer este suelo sin problemas. Como veis, a pesar de la imagen que se intenta vender (y se consigue) del río por parte de las autoridades como que es un arroyo infecto, el caudal de agua que circula es transparente y está lleno de peces y anfibios. Precisamente los carrizos son responsables de la claridad de estas aguas, pues las plantas macrófitas tienen un poder de absorción de contaminantes muy alto, y aunque no faltan a lo largo del río emisarios ilegales de aguas fecales, estas plantas obran el milagro de purificarlas sin ningún esfuerzo por nuestra parte. El único esfuerzo que se realiza es precisamente para arrancarlas con maquinaria pesada cada cierto tiempo, junto con el hábitat de multitud de aves y otras especies protegidas, algo impensable hoy en día en el resto de ciudades españolas
Es muy importante distinguir la caña común (Arundo donax), de origen asiático, del carrizo (Phragmites australis), totalmente autóctono. La caña se extiende peligrosamente por los cauces; no es flexible, sino quebradiza, y al quebrarse con las riadas forma tapones que pueden acarrear un serio problema. El carrizo, en cambio, es flexible, y sus tallos no superan el diámetro de un dedo de grosor. En las crecidas actúa como regulador de la fuerza de las aguas, evitando riadas e inundaciones. Por eso los planes de cauces a nivel estatal y europeo aconsejan retirar las poblaciones de caña de los cauces y sin embargo emplazan a favorecer el crecimiento de la vegetación ribereña autóctona, como carrizos, eneas y juncos.