La cuesta de Santiago, una torta de cemento de dimensiones cósmicas.
La paradoja: que un político inaugure una obra así tras firmar una declaración de emergencia climática y se quede tan ancho.
La inauguración de ayer del tramo de la cuesta de Santiago deja una imagen para la posteridad: un político inaugurando una torta de cemento de dimensiones cósmicas en plena crisis climática, y habiendo firmado una declaración de emergencia climática que ya hace tiempo que se ha demostrado que es papel mojado.
En la amplia acera se observa que han plantado unos arbolitos muy jovenes y deshojados y frente a ellos el talud de donde fueron apeados una hilera de frondosos eucaliptos de gran tamaño para la obra del vial y que ahora es un erial. Tambien pueden verse, al fondo, los arboles del cuartel de Santiago que corren el mismo peligro. Guelaya, junto al Movimiento en defensa del arbolado, ya organizó varias protestas en este sentido.
La verdad es que no entendemos por qué sonríen. Ahora mismo los únicos que pueden reírse a gusto son los que han cobrado por el cemento y por la obra. Por lo menos hasta que a ellos también les afecten las consecuencias del cambio climático, algo que ocurrirá tarde o temprano.


