estornino negro (Sturnus unicolor)
Biodiversidad y confinamiento en Melilla
- Guelaya hace balance de la biodiversidad local en esta etapa de confinamiento. Esperamos que los acuerdos firmados sobre reforestaciones o podas se mantengan en el futuro.
- El efecto a corto plazo del COVID 19 ha sido positivo pero ya se ha empezado a notar la salida del confinamiento.
Río de Oro
En esta primera etapa del año continúan las acciones marcadas en el proyecto de renaturalización del río de Oro, aunque el parón que supuso el Estado de Emergencia obligará a retrasar algunas de ellas. La razón es que las actuaciones en ciertas zonas del cauce pueden afectar a las aves que anidan allí. Estas actuaciones se interrumpieron por la pandemia justo cuando comenzaba la época de cría, y ahora tendrán que esperar a que esta época de cría finalice para continuar con ellas.
Reforestaciones
El acuerdo firmado con la consejería de medio ambiente para la reforestación de los espacios naturales de Melilla sigue desarrollándose, con actividades encaminadas a la implicación de la población de Melilla en la conservación y conocimiento de estas especies forestales. Las reforestaciones populares comenzarán de nuevo en invierno, cuando el clima es más propicio para plantar.
Aves migratorias
El confinamiento decretado por el estado de emergencia ha tenido un efecto significativo sobre la biodiversidad local. Se decretó a mediados de marzo, cuando muchas aves migratorias pasan por la ciudad de camino hacia Europa y otras muchas comienzan a criar.
El ejemplo del abejaruco europeo (Merops apiaster) puede servir para visualizar los efectos del confinamiento en las aves migratorias. Esta vistosa ave suele pasar por la ciudad en estas fechas de camino hacia Europa, y algunos bandos se quedan unos días deambulando por lugares como Rostrogordo o las huertas del río de Oro. Este año, sin embargo, se han dejado ver por todos los barrios de Melilla, con más asiduidad en las proximidades del parque Hernández y el parque Lobera, una presencia motivada sin duda por la tranquilidad y la ausencia de tráfico y personas por las calles debido al confinamiento.
Aves nidificantes
El efecto en las aves que comenzaban a criar justo al inicio del confinamiento tiene aspectos positivos y negativos. Muchas de ellas han anidado en zonas accesibles o normalmente más transitadas, animadas por la tranquilidad, y muchos de estos nidos han sido abandonados cuando la desescalada ha hecho retornar el tránsito a esas zonas.
No todas son malas noticias; algunas de estas especies que han anidado en el casco urbano, en lugares poco frecuentes, prosiguen con éxito la crianza. En el caso de los estorninos negros (Sturnus unicolor) este año se ha podido constatar por primera vez el anidamiento de esta especie en Melilla, con al menos tres parejas que han anidado en edificios de la ciudad y que prosiguen aún con la crianza.
Rapaces urbanas
Otro caso reseñable es el de los cernícalos vulgares (Falco tinnuculus), conocidos localmente como “primitas”, con al menos dos parejas confirmadas que han anidado el alféizares de ventanas de edificios habitados. En este caso la implicación de las personas que habitan en los domicilios más próximos a estos nidos es muy importante para que la crianza de estas parejas culmine con éxito, pues son muy sensibles a las interferencias humanas.
Rapaces nocturnas como el mochuelo ( Athene noctua) o el cárabo (Strix aluco) también se han detectado en zonas poco usuales del casco urbano durante los días de confinamiento.
Fauna marina
También se han podido ver escenas poco comunes en las costas de Melilla, como la presencia de un gran bando de delfines comunes (Delphinus delphis) nadando muy próximos al litoral de Horcas Coloradas. Esta presencia de cetáceos como delfines y ballenas, e incluso de otras especies como tiburones peregrinos (Cethorinus maximus), cerca de playas y puertos se ha repetido durante el confinamiento en muchos lugares de la costa española, debido sin duda a la disminución del tráfico marítimo.
Arroyo Mezquita
La parada de actividad ha tenido un efecto positivo también en lugares del extrarradio especialmente castigados por el vertido de basuras y escombros. Un caso proverbial es el del arroyo Mezquita a su paso por la zona del polígono Sepes, un punto negro de la periferia donde se vertían cantidades ingentes de residuos a diario, y que a pesar de las limpiezas de choque que se realizaban de vez en cuando con maquinaria pesada ofrecía un aspecto apocalíptico. La bajada de actividad comercial en los almacenes del polígono nos ha dejado una imagen insólita de un arroyo cubierto de vegetación y sin residuos, todo un ejemplo de nuestro efecto en el paisaje, y de la sorprendente capacidad de recuperación de la naturaleza cuando dejamos de maltratarla.