Guelaya exige a la consejería la inmediata actualización de la normativa de ruidos de Melilla y el cese inmediato de los sopladores de hojas en nuestra ciudad

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  • Nunca fueron necesarios hasta ahora y solo tienen la ventaja de eliminar puestos de trabajo. Su uso es desastroso, producen contaminación acústica, atmosférica, y efectos negativos para la salud de las personas y para la biodiversidad.

 

  • Las quejas de los ecologistas se suman a las de los vecinos que denuncian el uso de maquinaria de limpieza fuera del horario permitido, más tarde de las 11 de la noche el pasado sábado 22 de febrero.

 

  • Los sopladores de hojas que se utilizan en la limpieza pública y en los parques y jardines provocan contaminación atmosférica según un estudio reciente.

 

  • Los sopladores para mover hojas daña la presencia de insectos en zonas verdes donde son imprescindibles.

 

Las quejas de los vecinos sobre ruidos provocados por maquinaria de limpieza no es ninguna novedad y no es la primera vez que Guelaya las recibe por parte de melillenses que denuncian horarios fuera de cualquier normativa y sentido común como la 7.30 de la mañana o más tarde de las 11 de la noche como ocurrió el pasado sábado tras la Cabalgata de carnaval en varias calles de la ciudad.

 

El ruido es una forma de contaminación que está regulada por provocar daños a la salud pública. Literalmente la gente enferma por ruido excesivo, y debido a ello existe el derecho de las personas a que las emisiones que recibe no atenten contra su salud. Nada de eso parece importar en nuestra ciudad.

 

La ordenanza de ruidos de 2001 ha incumplido de formas sistemática tres Reales Decretos que desarrollaban la ley de ruidos de 2003. Tan obsoleta ha quedado que actualmente la multa que la consejería de medio Ambiente puede imponer por ruido es de 50.000 pesetas, porque ni eso se ha actualizado.

 

La maquinaria, que es utilizada con protectores en los oídos por los trabajadores que manejan los “sopladores”, emite ruidos superiores a 87dB, más de 90dB medidos por un simple sonómetro de móvil. La ley obliga por prevención a proteger a los trabajadores pero a la empresa que se encarga de la limpieza viaria no le importa que se utiicen en zonas residenciales donde el límite de las emisiones de ruido en horario nocturno es de 55 dB.

 

No solo es un problema de salud pública y contaminación acústica. Los sopladores además provocan contaminación atmosférica al remover el polvo del suelo según ha puesto de manifiesto un reciente estudio de la Universidad Politécnica de Cartagena que  demostró que multiplican entre un 60% y un 70% las partículas PM2,5 y PM10 en suspensión.

 

“El polvo que los sopladores remueven a velocidades de hasta 200 kilómetros por hora incluye compuestos cancerígenos como los hidrocarburos aromáticos policíclicos, generados por la combustión de los vehículos, y también partículas fecales de origen animal y granos de polen perjudiciales para la población alérgica.”

 

Pero no solo afecta a la contaminación atmosférica, sino que los insectos que viven en las hojas están disminuyendo su presencia, necesaria para los ecosistemas, ocho veces más deprisa que el resto de animales, motivo por el cual en Alemania se haya recomendado evitar el uso de sopladores de hojas salvo que sea “indispensable”. Pero no es el caso de Melilla donde la mayoría de los árboles no son de hoja caduca.

 

Ahora que nos enfrentamos a una emergencia climática lo único que nos faltaba es que para hacer algo tan sencillo como barrer con un escobón el suelo de la calle y los parques como toda la vida se ha hecho necesitemos un motor quemando gasolina y produciendo ruido, para conseguir únicamente eliminar puestos de trabajo.

 

sopladores de hojas a las 11 de la noche

 

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